Se acerca el 22 de noviembre, día de la patrona de los músicos, Santa Cecilia, y en Círculo Musical Burgos lo celebraremos de la forma que mejor sabemos: haciendo música con un sencillo concierto, pero también con una comida de hermandad entre todos los músicos y cantantes que forman esta gran familia musical.
Pero, por qué ¿Santa Cecilia?
Siguiendo a wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Cecilia_de_Roma) ...
Cecilia de Roma, conocida como santa Cecilia (en latín, sancta Caecilia), según el Martyrologium hieronymianum, fue una noble romana, convertida al cristianismo y martirizada por su fe en una fecha no fácil de determinar, entre los años 180 y 230.
En la Iglesia católica, es patrona de la música, de los poetas, de los ciegos (junto con Santa Lucía de Siracusa), de los municipios de Alfara (Comunidad Valenciana, España), y Villalán de Campos (Comunidad de Castilla y León), y de las ciudades de Albi (Francia), Omaha (Estados Unidos) y Mar del Plata (Argentina), entre otras.
En honor a ella, un importante movimiento de renovación de la música sacra católica de finales del siglo XIX recibió el nombre de cecilianismo.
La reputación artística de Cecilia fue, probablemente, el resultado de una mala traducción de las Actas de santa Cecilia.
Venit díes in quo thálamus collacatus est, et, canéntibus [cantántibus] órganis, il•la [Cecilia virgo] in corde suo soli Domino decantábat [dicens]: Fiat Dómine cor meum et corpus meus inmaculatum et non confundar.
Vino el día en que el matrimonio se celebró, y, mientras sonaban los instrumentos musicales, ella (la virgen Cecilia) en su corazón a su único Señor cantaba [diciendo]: Haz, Señor, mi corazón y mi cuerpo inmaculados y no sea yo defraudada <que es una paráfrasis del salmo LXX: In te Dómine speravi; non confundar in aeternum>.
La palabra latina órganis es el plural de órganum, que significa ‘instrumento musical’, y se tradujo como ‘órgano’. Entonces la frase ‘mientras sonaban los instrumentos musicales, ella le decía al Señor’ se volvió ‘ella cantaba y se acompañaba con un órgano’. Y así Cecilia se volvió patrona de la música, y a partir del siglo XV (en el ámbito del gótico cortés) se empezó a pintar a la santa cargando un pequeño órgano portátil, y otros instrumentos (un clavicémbalo, un laúd, etc.).
No «órganos» sino «instrumentos de tortura».
En realidad los códices más antiguos no dicen canentibus organis (canentibus como sinónimo de cantantibus), sino candentibus organis, Caecilia virgo... Los «órganos» no serían ‘instrumentos musicales’, sino ‘instrumentos incandescentes’ (instrumentos de tortura), y la antífona describiría que Cecilia, ‘entre las herramientas candentes, cantaba a su único Señor en su corazón’. La antífona no se referiría al banquete nupcial, sino más bien al momento del martirio.
Cecilia de Roma y los patronazgos.
Pasaron más de mil años para que Cecilia fuera proclamada patrona de la música. En 1954, el papa Gregorio XIII la canonizó y le dio oficialmente el nombramiento, por «haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música».
Con los siglos, la figura de Cecilia permaneció venerada por la Humanidad con ese padrinazgo. El 22 de noviembre, señalado por la tradición como el «día de su muerte» (o «día de su nacimiento», significando «para la eternidad»), fue adoptado en muchos países como el «Día de la Música».
Desde el siglo XVII en Francia, Italia y Alemania se celebraba su día con festivales musicales. En 1683, la Sociedad Musical de Londres estableció los festivales anuales del «Día de Santa Cecilia», donde hasta hoy participan los más grandes compositores y poetas británicos.
El patronazgo de Santa Cecilia y la ejecución virtuosa.
Es un poco incierto el motivo por el que Cecilia terminó siendo la patrona de la música. (Véase, más arriba, lo referente a un error en la traducción de las Actas de Santa Cecilia). Narran las actas de su martirio cómo fue condenada a morir asfixiada en humo, y en vez de ello, a pesar de haber pasado más de un día en semejantes condiciones, comenzó a parafrasear, cantando, el salmo LXX: Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, oh Señor, y que no me vea defraudada en tu presencia.
La práctica musical en sí misma se estaba convirtiendo en la quintaesencia de la virtud, y tenía como meta el virtuosismo. Algunas pinturas, como las de Artemisa Gentileschi y Bernardo Strozzi, muestran la conexión entre la ejecución virtuosa, la imagen cada vez más fuerte del artista, y una cultura que en el curso del siglo XVI se vuelve cada vez más extravertida.
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